jueves, 15 de diciembre de 2011

Un día nublado


Se acabaron los días de los juicios interesantes, de la lucha social. Quizá inocente, quizá idealista, su vida habían sido los juicios imposibles y los despachos laboralistas. Pero todo eso se había teminado. En su despacho vacío daba los últimos retoques a la declaración de la renta de su madre quien, como era de esperar, le había tendido el último puente, el último recurso para luchar contra la enorme desazón de sentirse obsoleto.

Llegó a casa horas más tarde, tras dar un rodeo innecesario cada vez más frecuente. Para combatir el frío de noviembre ella había preparado puré de calabaza, como siempre. Pero nada había que deshelara el silencio, la distancia y el muro de frialdad que se había levantado entre ellos.

“¿Algún cliente?” -preguntó ella con indiferencia. La callada por respuesta. Había sido un día nublado. Desde hacía ya demasiado tiempo.

2 comentarios:

  1. Bonito relato, triste como la vida misma jeje.
    Pero hay que ser alegre y optimista como yo :P.

    Sigue escribiendo!
    Mua!

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