domingo, 26 de septiembre de 2010

Ese maldito conformismo...

Con un café recién hecho le echo un vistazo al periódico. Parada obligada, la sección de (pre)parados de El País, porque es lo que está de moda y no hay nada mejor que una buena depresión, ya desde primera hora.

Muchas historias descorazonadoras y otras no tanto. Eso sí, másteres a cascoporro, becas, trabajos mal pagados, jefes déspotas, padres preocupados, envío incesante de currículums...No vamos a fingir que vivimos en un país de oportunidades, porque no es así. Mucha siesta, mucha fiesta, muchos servicios, muchos universitarios y mucho ladrillo son las claves de una economía insostenible que mata cualquier posibilidad de medrar. Somos un país de ni nis, ni investigación, ni desarrollo. ¿Para qué? Si eso requiere trabajo, ideas y esfuerzo. Es mucho más fácil comprar pisos y revenderlos hasta la saciedad, sin crear nada, bueno si, valor por metro cuadrado. Picaresca española, amigos.

Dicho esto y teniendo claros los problemas de una economía que no puede dar más de sí, existe un problema grave en la juventud actual: la falta de empaque, de optimismo, de empeño. Por supuesto que es más cómodo vivir aquí, con el ideal de encontrar un trabajo digno con un sueldo aún más digno. Rodeado de amigos y familia con los que irte de cañas. Claro que sí, es lo que a todos nos gustaría. Tener una casa en propiedad, televisión de plasma, sofás de diseño y pósters en las paredes. Ser jóvenes comopolitas que se comen la ciudad. Pero asentados, con la vida asegurada desde los treinta y cotizando para asegurarnos la pensión.

¿Y qué hay de ser ciudadanos del mundo? ¿De ir allá donde esté el trabajo? Esta idea de asentamiento pronto y fácil sólo existe aquí. Y es un sueño legítimo, pero tal y como están las cosas en este país nuestro tan pícaro y despreocupado, irrealizable. Desde aquí no defiendo exilios en masa, si no la capacidad de discernir que, aunque uno viva alquilado en vez de en propiedad no es peor, aunque viva fuera, trabaje en lo que le guste y tenga la posibilidad de ahorrar a pesar de no que cotice, no es un fracasado. Leo a esos jóvenes que escriben cartas quejándose de no poder trasladar el estilo de vida que llevan en Estados Unidos, Holanda, Suecia...aquí a España ¿pero acaso eso es necesariamente malo? ¿Es malo ser capaz de vivir en otro país y tener todas las posibilidades que el tuyo no te da?

Tenemos todas las posibilidades, ¿por qué conformarnos con lo poco que tenemos aquí? Hay todo un mundo fuera esperándonos. Yo elegí con el corazón la carrera de periodismo hace ya cinco años y con ese mismo corazón elegiré mis opciones ya sean aquí o en el extranjero. No necesito asentarme, o una casa en propiedad, necesito una vida de la que me pueda sentir orgullosa. Sólo es cuestión de encontrar el equilibrio entre realismo y prioridades.

Como sabéis, los cínicos no sirven para este oficio.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Aires nuevos

La luces del verano se apagan y se acerca con sigilo la brisa otoñal. Aunque el blog cerró por vacaciones, sin avisar ni nada, yo permanecí aquí, en los madriles, soñando con irme lejos y recorrer calles distintas. No ha sido así, pero estos nuevos aires, más frescos, el cielo azul y la ciudad llena de nuevo, me remiten a pensar en el cambio. ¿Qué nos deparará este nuevo año? La costumbre escolar y universitaria me lleva a situar el principio del año en estas fechas, concepción infantil y si acaso lógica, porque hay cosas que no se olvidan.

Hace casi un año soñaba con París, con pasear sus calles, captar su esencia, sus paisajes...Pero también temía el enfrentarme a vuelta, al último curso, me asustaba el fin de una etapa a la par que deseaba que terminase...¡tantas cosas! Ahora la vida parece llevar un rumbo, quien sabe si el adecuado, pero al menos se dirige a una dirección. ¿Por mucho tiempo? Seguramente no, pero será suficiente para aprender a encarar las cosas, nunca se sabe.

A pesar de todo, soplan aires de cambio, que huelen a futuro. Aunque todo parezca igual, no lo es. Huele a otoño, se sienten los primeros escalofríos y la mezcla de excitación y temor que produce lo nuevo. Y no se por qué, pero hay algo en mí que me dice que todo irá bien.

Ahora, a esperar.