jueves, 19 de enero de 2012

Ruido


Eran las dos de la madrugada y, como muchas noches, se despertó sobresaltado por el ruido. Se levantó con toda la rapidez que le fue posible y, fruto de la costumbre, pegó la oreja contra la pared.

Gritos y más gritos, golpes contra el suelo y lo que intuyó como mobiliario de casa que caía incesantemente. Un llanto desesperado rogaba, suplicaba, casi ininteligible. Lo había escuchado muchas veces, pero ahora parecía diferente, más profundo, casi como un punto de inflexión. Asustado y nervioso corrió hacía el teléfono y, como pudo, marcó el número de la policía. Escuchó un último estruendo, seguido de un gélido silencio.

Un terrible escalofrío le recorrió la nuca. Irremediablemente, ya era imposible conciliar el sueño, así que esperó despierto cerca de la puerta la llegada de los agentes. Contando cada segundo en el reloj de la entrada y deseando, como nunca antes, que no fuera demasiado tarde.