Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba
el interior del avión. Se acomodó en su asiento de primera clase y, en cuanto
pasó a su lado la azafata, pidió el primer gin
tonic de la mañana.
Nada más aterrizar se dirigió al punto convenido. Miró la
fotografía y le reconoció enseguida. Le siguió hasta el aparcamiento y cuando
se hubo asegurado de que nadie podía oírlo le apuntó con su calibre 38 y
disparó. Le dejó ahí tirando y salió corriendo de allí. Tenía que estar de
vuelta en casa lo antes posible. No podía perderse otro cumpleaños de Max.
Me gusta.
ResponderEliminarEhhh me suena cómo empieza jijiji esto va a ser de lo que hablamos :)
ResponderEliminarBueno, así ya puede ir a festejar sin ése pendiente.
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