martes, 22 de octubre de 2013

Viaje de trabajo

Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba el interior del avión. Se acomodó en su asiento de primera clase y, en cuanto pasó a su lado la azafata, pidió el primer gin tonic de la mañana.
Nada más aterrizar se dirigió al punto convenido. Miró la fotografía y le reconoció enseguida. Le siguió hasta el aparcamiento y cuando se hubo asegurado de que nadie podía oírlo le apuntó con su calibre 38 y disparó. Le dejó ahí tirando y salió corriendo de allí. Tenía que estar de vuelta en casa lo antes posible. No podía perderse otro cumpleaños de Max. 


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